MASAJES

“ Si el rostro es el espejo del alma, las manos son las plumas que describen el lenguaje del corazón”

Cuando nacemos, la caricia se convierte en una necesidad fundamental para la supervivencia, para crecer y desarrollarse sanamente. Algunas personas han tenido poca oportunidad de recibir abrazos, de sentirse protegidas; otras sí han sentido ese amor, pues han sido acariciadas; pero con el tiempo, la sociedad va censurando, limitando mediante condicionamientos esta apertura: “Esto no se hace”, “Ahí no se toca”…, y vamos reprimiendo el contacto y eliminando estas sensaciones naturales; pero esa necesidad dura toda la vida, pues en lo más profundo anhelamos sentirnos queridos y valorados, y la piel es el mayor órgano sensorial que tenemos.

Si sientes algún tipo de temor ante tu capacidad de sentir deseo y placer, esa energía queda encerrada en alguna parte de tu cuerpo a modo de coraza, y puede llegar a producir rigidez o terminar adormecida limitando la expresión libre de tu sexualidad.

En nuestra cultura, muchas veces está disociado el sexo del afecto, y aunque exista una gran necesidad interna de ello, podemos tener dificultad tanto en darlo como en recibirlo; sin embargo, si te das el permiso de intercambiar cualquier acto de cariño (mirada, sonrisa, caricia, palabra agradable…), esto tiene el potencial de cambiar tu vida.

Las manos, tus manos, pueden actuar desde la mente, haciendo y deshaciendo, o tienen otras infinitas maneras de expresar amor (acunando, sosteniendo, abrazando, acariciando...).

Las caricias te permiten conectar con el cuerpo, las emociones, los sentimientos…, conectar a un nivel profundo más allá de la piel, a un nivel donde puedes expresar a través de ellas todo el amor cuando posas tus manos en el cuerpo de alguien con dedicación, presencia y respeto... favoreciendo experiencias de unidad, donde los límites corporales desaparecen; pues todo aquello que tocamos también nos toca. Se trata de conectar contigo, con tu cuerpo, con el amor, con tu sexualidad, con la expansión de la conciencia.

Concebir el cuerpo como una totalidad es la base, y cuando éste es tocado  sin intención, sin comparaciones, sin expectativas, sin ser a cambio de algo…, puedes experimentar el placer extendiéndose, sin juicio, desde una presencia amorosa, con total aceptación, como un acto meditativo donde tu ser es el que escucha, incrementando tu sensibilidad, tu mirada interna y tu apertura del corazón.

En Tantra, el cuerpo es nuestro templo, un vehículo de transformación de la conciencia y lo honramos como un todo, un espacio sagrado, sin excluir nada.

En Tantra, el masaje es un regalo que no solo produce placer, sino que también elimina las tensiones y despierta el lenguaje universal del cuerpo, el lenguaje del amor que crea lazos de unión. Así es como el masaje se convierte en un canal de amor, es el amor encontrándose a sí mismo a través de unas manos, una presencia meditativa y respetuosa, un tacto de corazón, de adoración ante el cuerpo que se abre ante ti.

Esta es la esencia del Tacto: Presencia, Amor y meditación compartida. Son caricias con las manos, con la mirada, relajadas, suaves, sutiles, profundas, sanadoras, que calman la mente, nutren el cuerpo, abren y elevan tu campo vibracional y energético haciendo que circule hasta tu corazón y, ahí, se produce la verdadera alquimia. Son caricias que no quedan en el límite de la piel, sino que llegan al alma.

 

“El tacto, es el lenguaje olvidado del amor” Osho

 

Formato: Sesión individual  o Taller grupal